Es una obra de autor anónimo que fue tallada muy a finales del siglo XV o principios del XVI, pues se observan en ella algunos elementos de transición entre el gótico tardío y el arte renacentista. Si, por un lado, persisten rasgos antiguos en la anatomía de la imagen, por otro hay elementos que demuestran una renovación artística, como el perizoma y la serenidad expresiva. Las características técnicas y morfológicas de la talla están ligadas a las intervenciones históricas realizadas. Estas han modificado aspectos originales de la imagen hasta el que presenta en la actualidad.
Se trata de la escultura de bulto redondo de un crucificado de dimensiones menores que las naturales, de una belleza y calidad artística espectaculares, pues sobrecogen la expresión de dolor extremo contenido en el momento de la expiración y los detalles como la corona de espinas o la sangre saliendo a borbotones del costado de la imagen. Forma conjunto con una cruz de madera de sección cuadrangular, cuyo stipes es rematado por el titulus tallado en madera en forma de pergamino que contiene el acrónimo INRI pintado. El Cristo se sujeta a la cruz por tres puntos, a través de las manos y de los pies, mediante clavos de forja con cabeza poligonal.
El tronco y las piernas están tallados en un bloque conformado por dos piezas ensambladas en sentido vertical; estas uniones se refuerzan con clavos. Es una imagen maciza, sin ahuecar salvo en las cajas realizadas para insertar las espigas de los brazos, de forma cuadrangular y de gran tamaño, de manera que casi se tocan en el centro de la imagen. Cada brazo forma, pues, otro bloque.
La corona está tallada en parte con la pieza de la cabeza, añadiéndosele algunas piezas para conseguir el aspecto final de las partes exentas, realizadas estas últimas con hebras naturales refinadas a partir de las fibras del cáñamo e incorporadas a la cabeza con tachuelas.
La policromía que observamos es un estrato muy fino. Las carnaciones tienen un color macilento con matices verdosos y la sangre está realizada en color rojo tierra oscuro. El color de la barba y de la cabellera es de color pardo. El perizoma es del mismo tono y con los mismos matices que las carnaciones. La policromía de la espalda, al igual que la cara anterior de los brazos y las piernas (es decir, las zonas que quedan ocultas por la cruz), es de un tono más claro que la del frente de la imagen. La obra conserva restos de la policromía original subyacentes a la descrita anteriormente.
Esta imagen presidía desde muy antiguo la ermita del Humilladero, propiedad de la Cofradía de la Vera Cruz, derruida en 1903 para construir una fábrica de harinas. Estando en su primitiva ubicación recibió una bula pontificia por la que se ganaban 1500 días de indulgencia por cada misa que en su altar se dijese, mandase decir o se oyese en los días de la Cruz, Resurrección, San Francisco, San Juan y Espíritu Santo.
Fue restaurado en varias ocasiones: por D. Francisco Mendo Montejo en 1674, por D. Francisco Antonio Tallo en 1753, por D. Tomás Francisco Hidalgo Villa a finales del XVIII, por Dña. Gracia Sánchez-Herrero Rosado, Dña. Ángeles Penis Rentero y Dña. Fátima Gibello Bravo en 1990, por Foro de Cáceres en 1998 y 2007 y por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico en 2021.
A mediados del siglo XIX la imagen fue trasladada a la ermita del Espíritu Santo, situándose en un altar en el lado del Evangelio, donde recibió culto hasta que se trasladó al altar mayor en el segundo tercio del siglo XX (como consecuencia de la retirada del retablo del templo), donde se encuentra actualmente. Durante el año 2022, debido a las obras de restauración de la iglesia parroquial del Espíritu Santo, la imagen recibió culto en el presbiterio de la iglesia del Buen Pastor.
Cuando se refundó la Cofradía en 1950 fue conocido con el nombre de Santísimo Cristo de la Buena Muerte o Santísimo Cristo del Espíritu Santo. Durante siglos nuestra Cofradía rindió culto al Cristo del Espíritu Santo, un crucificado del siglo XVI que fue llevado a la iglesia parroquial de San Mateo tras la Guerra de la Independencia (1808-1814), donde corona el retablo, el cual terminó denominándose Cristo de la Buena Muerte. Conocido el error en la advocación, la Cofradía volvió a advocar como Cristo del Humilladero a su titular tardogótico. A comienzos de los años 60 el Obispo de Coria-Cáceres, D. Manuel Llopis Ivorra, concedió 100 días de indulgencia a los fieles que rezaran ante la imagen.
En 2018, con motivo del quingentésimo aniversario fundacional de la Cofradía, la imagen iba a salir en procesión extraordinaria por el centro de la ciudad, pero las inclemencias meteorológicas lo impidieron.
Por su parte, la imagen participó en las Procesiones Magnas de los años 1957, 1958 y 1959.
Su lugar habitual de culto está en el centro del presbiterio de la iglesia parroquial del Espíritu Santo. Pende de la pared soportado por dos hierros que se anclan a la cruz.
En cuanto a los cultos específicos y regulares al Santísimo Cristo del Humilladero destacan el Solemne Triduo y el Solemne Besapié a la imagen. El 19 de marzo de 1961 se celebró un primer besapié a la talla, y, en 1966, otro, aunque no fue hasta 1970 cuando se inició de forma regular el Solemne Besapié al Santísimo Cristo del Humilladero, celebrado anualmente durante la semana previa a la Semana Santa, si bien es cierto que hasta 1990 la obra que se veneraba era el actual Santísimo Cristo de la Preciosa Sangre, que sustituía al tardogótico crucificado.
El Solemne Besapié solo se ha suspendido en dos ocasiones: en 1991 por falta de acuerdo con la Parroquia y en 2020 por la pandemia mundial de COVID-19. Por su parte, el Solemne Triduo precede al Solemne Besapié desde 1997.